¿Te ha pasado sentirte abrumado en redes de tanta información... o verte a ti mismo deslizando la pantalla de manera tan inconsciente y sin ninguna intención? esperando encontrar …¿qué?
El meme con el baile del momento, el siguiente producto viral que necesitas tener o tu vida fracasará, la decoración aesthetic que promete subirte tres niveles sociales y agregar unos cuantos ceros en el estado de tu tarjeta de crédito, el chisme del momento, el post de tu compañera de colegio/universidad que hizó una transición impresionante, pasando de ser proyecto de novicia del colegio de comunidad católica apostólica romana del que nos graduamos, a ser un personaje sumamente entretenido que publica indirectas bastante directas con fotos, textos sin pudor, canciones copulatorias y stickers o emojis de frutas y verduras de formas específicas y que todos conocemos muy bien… -Observamos pero no juzgamos- porque las canciones copulatorias las bailamos todos y aunque nos avergüenza, todos nos sabemos el coro de aquella con la que crecimos y aprendimos cuanto es mucho o poco alcohol en una noche. Esa que dice. "hola que tal, soy el chico de las poesías, tu fiel admirador…." ya sabes cómo va, te veo, te veo!. al salmo respondemos: observamos pero no juzgamos!
Ese sin fin de contenido que entretiene, distrae y en algunos casos abruma, hoy se ha convertido en el medio perfecto para exponer, promocionar, vender y rentabilizar. Por supuesto, todo ello es super válido, digno de respeto y en algunos casos directamente admirable y envidiable (Hola Marcela Garcia Caballero, si me lees: mis respetos, ¡Diosa de la life!), asi como es válido rescatar otras formas: las palabras como forma. Encuentro mucha nostalgia en los libros de papel; compré recientemente una Kindle que de momento se ha convertido en un muy buen pisapapeles para que no se vuelen por el escritorio los sticky notes que uso como marcadores de páginas para separar mi lectura de la semana - que en ocasiones se vuelve del mes- en fracciones digeribles por día. Eso es lo que mi esposo llama el método japones, ese de "qué harías para ganar un millón de dólares en un año?", para concluir que son ‘apenas’ 8 dólares por minuto en 5 dias laborales de 8 horas cada uno, por 52 semanas del año. Asi no se ve tan difícil.
Encuentro mucha pero muchísima nostalgia en los álbumes de fotos impresas, no los photobooks que ya te llegan a tu casa con las fotos perfectamente encuadradas, sino el álbum de hojas autoadhesivas que compraban las abuelas en ‘Foto Japón’ llevando a revelar su rollo. Esas fotos que envejecen porque el adhesivo no es como los de ahora, libre de tóxicos y que prometen no generar la odiada y para mi hermosa capa amarilla con el tiempo; son tan modernos que si tu hijo se lo come, como si fuera chocolate blanco, no le pasa nada. A mí me gusta el álbum que tiene las páginas amarillas, que cuando lo abro huele a las manos de mi abuela y a su perfume de almizcle que usaba en su época más regia como la Doctora Stella P de J, la que receta amor en frasquitos, ella la eminencia del desaparecido Instituto Nacional del Seguro Social. Me gusta el aroma a la madera barnizada del mueble donde mi mamá guardaba los álbumes, que de tan fuerte que era impregnó cada uno con su perfume y hasta hoy siento que huelen a eso. Lo mío es la nostalgia, conmigo y con los que somos como yo (que no soy la única) se rentabilizan las películas relanzadas o dicho en colombianos "reencauchadas" de Disney que nos hicieron reír o llorar cuando niños y ahora de adultos las vemos con igual o mayor emoción.
Por eso, con la misma nostalgia y tal vez con un poco de rebeldía, elijo exponerme, expresarme y "vender" desde las palabras en este nuevo experimento. Lo hago no aprendiéndome el nuevo baile del momento, porque amo bailar, pero admito no es un talento que Diosito me dio. ¡Lo mío es escribir! Acá fluyo, tengo ritmo y me siento poderosa y hermosa. Creo firmemente que, a diferencia del baile, escribir si es un talento al que llegué a tiempo en la fila de repartición de dones, pero igual que supongo que pasa con las grandes bailarinas, en mi danza con las palabras sigo aprendiendo nuevos ritmos, exploro otras coreografías, doy pasos en falso y repito para mejorar. Como me recordó una amiga hace muy poco: no esperamos la perfección/excelencia para empezar; empezamos para avanzar hacia excelencia. En mi caso la excelencia se ve como un lugar en donde la gente conecta con lo que escribo, ya sea que coincidan o no con lo que digo, pero si lo que escribo te hace sentir algo lo que sea, entonces ya gané.
Siguiendo a mi esposo, fraccionamos la meta en pedacitos. Mi sueño es terminar una Novela que empecé hace años pero mientras me acerco a esa meta grande que me asusta, pruebo con escribir todo lo que viene a mi cabeza y encuentro valioso compartir. Que puedes esperar aqui: ¡nada, no esperes nada! solo permite que lo que lees te sorprenda y si tengo suerte algo se moverá.
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Amoo! A la espera del proximo post! ❤️
Bueno no se porque estoy llorando.. pero si trato de escribir este sentimiento con palabras aquí voy:
Siempre supe que tenias que escribir! Así siento orgullo, admiración y nostalgia de que ya estes en la acción! 🥹 Cuenta conmigo hoy y siempre con este proyecto! AMO